viernes, 3 de abril de 2009

Aromas Europeos

Situación:

Me levanto a la mañana tratanto de dejar huérfanos a los hijos de mi puto celular, que siempre suena puntual a la hora en que pongo la alarma. Ese animal hijoputa nunca suena 10 minutitos más tarde. O nueve, ni siquiera 6... No, el muy mierda siempre puntual, como si la obsesión europea por los tiempos se hubiese pegado en su software...
Luego de fracasar en mi intento homicida viene la parodia de siempre... la ducha, donde se desarrolla en mi interior un conflicto entre el sueño y la lucidez, vestirme para el laburo, tomar algo apurado porque llego tarde, y a correr!

Siempre, cuando voy al laburo, me gusta vestirme bien. Y no me refiero a los esnobismos de las marcas, sino simplemente a estar prolijo, presentable. Y siempre creí que una parte fundamental de ello reside en emitir un aroma agradable. Por lo tanto me gusta ponerme un poco de perfume. No confundamos ponerse un poco de perfume con utilizarlo como si fuese una manguera en verano. Aquellas viejas que se bañan en esos perfumes dulzones deberían ser arrestadas bajo cargos de intento de genocidio, propagando alergias como si tal cosa las muy turras...
Decía, me gusta tener un rico olor. Una gran amiga siempre me decía: "perro, vos siempre oles bien". Me causaba gracia, pero me sentía reconocido en mi intento por esquivar la hediondez.

Sin embargo, desde que vivo en estas nuevas tierras, todo eso se fue, lisa y llanamente, al carajo... Apenas me subo al transporte público, un hedor digno de las más pútridas ciénagas noquea mis sentidos. Me pregunto siempre, que cómo puede ser que esta gente pueda llegar a estos niveles de horror sin darse cuenta. Tengamos en cuenta que estamos hablando de Austria, donde la gente no tiene problemas económicos, donde el nivel de vida es de los mejores del planeta. Y sin embargo, esta gente hace un esfuerzo sobrehumano por oler como momias egipcias expuestas a dos meses de sol desértico. Casi se puede ver el halo fantasmagórico de cloaca que emerge de sus poros, de su pelo y de su ropa. Parece como si se refregaran todo el cuerpo con un gato muerto.

Nó solo no se bañan, sino que obviamente no deben usar jabon, ni shampoo tampoco. Es muy común verlos con el pelo aplastado contra sus inmundos cráneos, producto de los kilos de grasa que portan en sus cabelleras. Y como corolario, sus ropas delatan semanas de no ser introducidas en un lavarropas, aparato obviamente misterioso y oscuro en estos lares.

Si fuesen a la guerra con alguna tribu belicosa del amazonas, y los nativos fuesen capaces de sobrevivir milagrosamente a esta arma bacteriológica, les garantizo que los austríacos no tendrían chance, porque nuestros amigos indígenas serían capaces de olerlos incluso antes de que desembarquen.

La cosa es que cada vez que me subo al transporte público, siento como si me estuviese metiendo en un lodazal que me mantendrá sucio por el resto de mis días... Y siempre me pregunto: para qué mierda me perfumo? Soy un pelotudo tirando plata a la basura!

Saben qué? Aguanten las viejas que se bañan en perfume!!! La vieja tierra apesta...

miércoles, 1 de abril de 2009

Puto el que lee...

Sí, así es... Recomienzo mi blog plagiando al más grande: el Negro Fontanarrosa, quien en un cuento homónimo plantea la brillantez de iniciar una historia con esa frase, cual comenzar un match de boxeo no con un puñetazo, sino pateándole los huevos al oponente. Así que consideren este nuevo inicio como una amistosa patada en la entrepierna.

Si me preguntan por qué volví, pierden el tiempo... Ni yo lo sé, y si lo supiera los mandaría bien al carajo... qué gente de mierda che!

En fin, vuelven mis delirios. Y tal vez algunas nostalgias y tristezas tambien. Es que los perros también tenemos sentimientos... o que se pensaban, manga de egocéntricos!

Me voy así por ahora... girando en redondo mientras me persigo la cola, olfateando, mordiendo la nada...